jueves, 1 de noviembre de 2012

Boda de Luxemburgo, 1ª parte

He vuelto. Y eso que hasta yo misma lo dudaba. Mantener un blog requiere algo de lo que no dispongo últimamente: tiempo. Y eso que este es esporádico… Pero la semana pasada me divertí mucho viendo los modelitos de la única boda real del año y recordé lo bien que me lo paso escribiendo estas líneas. Así que allá va mi particular resumen: todas suspendidas. Bueno, casi todas. No recuerdo un enlace principesco que me haya provocado tanta desazón a medida que pasaba las fotos. Colores aburridos, complementos desafortunados y más de un despropósito.

Empezaré con la cena de gala previa al enlace religioso y así dejaré lo ‘mejor’ para el final. A buen entendedor…

La novia, Stéphanie de Lannoy, confió a Elie Saab todo el vestuario para los fastos. No ha habido manera de encontrar una foto de cuerpo entero pero lo que veo me gusta.

Lástima que no pueda decir lo mismo de lo que viene a continuación...


Máxima de Holanda: Si los bordados plateados con forma de rombos no fueran suficientemente feos (para mi gusto), Máxima encima va y los adorna con un mega bolero de tul en volantes. Sólo diré una cosa: ¿Por qué, Máxima, por qué?

Mette-Marit de Noruega: Lo siento, no voy a tener piedad: horrible los bordados de pedrería, horrible el cuello redondo y la manga corta. Tampoco me convencen las ondas al agua en el pelo.

Marta Luisa de Noruega: Supongo que a la cuñada de Mette-Marit le gusta Ferran Adrià. Ambos apuestan por la deconstrucción. Él con la comida y ella con una bola de discoteca.


Miriam Ungría: Es la esposa de heredero de los derechos dinásticos de Bulgaria. Esta es su primera aparición en un evento real desde que sufriera un grave accidente de tráfico que dejó incapacitado a su marido. Me sabe mal meterme con ella pero no me gusta nada el brillo ni el color del vestido. Tampoco los guantes.

Paola de Bélgica: Ahí hay tul para cubrir todo el país.

Lalla Salma de Marruecos: Nada que objetar de su elegante caftán y sus taconazos. Ahora bien, con este peinado, ¿quién diría que sólo tiene 34 años???


A partir de aquí la cosa empieza a mejorar.

Carolina de Mónaco: Llamadme quisquillosa pero no me gusta el largo de la manga ni la franja lateral de la falda. La espalda, eso sí, espectacular. Y un diez por atreverse a su edad con semejante escote posterior. Algunas de treinta no se atreverían…

Claire de Bélgica: El vestido y el color no me  matan pero me gusta que alguien de la realeza por fin enseñe los pies en una cena de gala.


Marie Chantal de Grecia: Muy correcta y muy mona pero estos vestidos de Elie Saab hace mucho tiempo que me aburren.

Ana María de Grecia: La reina de los griegos iba muy bien para su edad. Buen patrón y discreto.

Matilde de Bélgica: Bastante bien dentro de las líneas románticas que tanto le gustan a la herdera belga. Ella, además, siempre apuesta por colores tan bonitos como azul.


Marie Astrid de Austria: El típico vestido que asocio a la realeza. Y me gusta, que conste. Le ajusta como un guante y el color y la asimetría del escote son un acierto.

Clotilde Courau: Mi preferido, por la combinación de colores, la delicadeza del encaje, el cinturón dorado... Quizás la espalda es un pelín atrevida para la realeza (es más pronunciado que el de Carolina) pero a ella se lo perdonamos porque es francesa, actriz y, no nos engañemos, los Saboyas, como los de Mónaco, son una monarquía de opereta, que diría Peñafiel…
 

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